Historia Colonial de Puebla
La ciudad de
Puebla de los Ángeles constituye, sin lugar a dudas, uno de los complejos
arquitectónicos y artísticos más fascinantes de los que se erigieron en México
colonial. Desde las primeras construcciones
que se levantaron durante su fundación,
con un claro aliento renacentista, hasta las diversas expresiones que se dieron
en etapas posteriores y que fueron desde
el manierismo y el barroco hasta el neoclasicismo y la influencia de la arquitectura
francesa que se adoptó durante el periodo porfirista, las transformaciones por las que
ha atravesado la ciudad han dado como
resultado uno de los principales patrimonios culturales no solo de nuestro país
sino de la humanidad.
En el
espacio donde se levantó la ciudad no existían asentamientos antes de la
llegada de los colonizadores. Los primeros pobladores circunvecinos –Principalmente
tlaxcaltecas- se establecieron alrededor de una laguna y en el año 200 a.c. comenzó
a levantarse la primera construcción religiosa en Cholula, sobre la que se conformaría
el complejo arquitectónico de mayor tamaño en el México prehispánico. A partir
de entonces, la ciudad creció de manera constante hasta alcanzar su máximo
esplendor alrededor del año 500 d.c.
El desarrollo
de Cholula corrió paralelo al de Teotihuacán, ya que entre ambas ciudades se
mantuvieron fuertes lazos religiosos, artísticos y culturales en los que, sin
embargo, Cholula marcó sus características propias. A la decadencia de Cholula,
la ciudad que tomó su lugar en poderío fue Cacaxtla, ubicada en la vértice de
lo que más tarde se convertiría en el camino obligado, Puebla-Tlaxcala
Un proyecto singular
Desde su planeación, el magnífico y peculiar proyecto de la
ciudad de Puebla de los Ángeles se estableció que la población tendría que
estar constituida por españoles que gustaran del trabajo en el campo, que
sobrevivieran de su labor y no de la de los indios, además de que tendrían que
enseñar a los oriundos de la zona una serie de oficios que iban desde la agricultura
y la ganadería hasta la cerámica y la orfebrería.
También se planteaba estimular a los colonizadores para que
se quedaran en las nuevas tierras, para lo cual era necesario que se arraigaran
formando sus propias familias en los territorios ocupados. A causa de la poca
población castellana femenina en el Nuevo Mundo, se resolvió permitir el
matrimonio religioso entre españoles e indígenas, decisión auspiciada por la
orden franciscana en cuyo territorio evangelizador se llevaron a cabo estos
primeros casamientos, en la zona que se ubica entre Puebla y Tlaxcala.
Los primeros pobladores se establecieron entre la ladera sur
del entonces llamado cerro de San Cristóbal (hoy cerros de Loreto y Guadalupe)
y la parte oriental del arroyo de San Francisco. Los primeros trabajos de traza
y construcción se iniciaron a finales de marzo y aun no se sabe a ciencia
cierta quién fue el talentoso proyectista que dirigió la traza de la ciudad.
Entre sus primeros habitantes destacan conquistadores, capitanes, soldados y
gente del pueblo. Al lugar se le nombro Puebla, que significa “lugar que se
puebla o donde se llega a vivir”.
Por su ubicación geográfica, la Angelópolis se convirtió en
un lugar estratégico ya que era el cruce de caminos entre la capital de la
Nueva España y Veracruz, razón por la cual era considerada como un espacio de
reposo y como una plaza importante que dotaría de productos españoles a los
consumidores de la ciudad capital. Cabe recordar como ejemplo revelador que
Puebla fue el primer lugar de la Nueva España donde se cosecho el trigo,
producto de origen europeo.
Imagen tomada de skyscrapercity.com
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